Llegando hasta nuestros días El acceso a Covadonga desde Cangas de Onís se hace por El Repelao, situado un kilómetro antes, donde dice la leyenda que Pelayo fue aclamado como rey. En este lugar hay un obelisco que lo recuerda. Un poco más arriba, desde la carretera, enseguida se puede contemplar la Basílica, dominando desde su atalaya el paisaje. Continuando se entra ya en la explanada, en cuya entrada están colocados dos leones en mármol de Carrara, obra del italiano Marchesi. En la margen izquierda del Pozón, se sitúa la la Fuente de los Siete Caños, cuyas aguas brotan directamente de la penadle centro de una Cruz de la Victoria tallada en la roca. Se le atribuyen propiedades mágicas: “La Virgen de Covadonga, tiene una fuente muy clara, la niña que beba de ella, dentro de un año se casa”. La tradición dice que es preciso beber de los siete caños sin detenerse a tomar aliento. En la pared vertical de la peña, justo encima de la cascada cuyas aguas caen al Pozón, se encuentra la Cueva, a la que se puede llegar desde la explanada por una escalera de 101 peldaños. Los últimos 37 se denominan de la promesa y también se puede llegar a ellos desde la Colegiata, a través de un túnel excavado en la roca. En medio del recorrido hay un hueco en la pared donde están instaladas tres grandes cruces de piedra y desde el que tiene una magnífica panorámica de la Basílica. Saliendo fuera del túnel, camino de la Basílica y la Colegiata, se encuentra La Campanona, enorme campana de 4.000 Kg. de peso fabricada en Asturias para ser llevada en 1900 a la Exposición Universal de París en 1901, donde ganó el primer premio y medalla de honor. Además de Basílica y la Colegiata existen entre otros edificios dignos de mención la Casa Capitular, donde están los Archivos del Cabildo, y el Museo del Tesoro.