Una enorme garganta se abre camino desde Panes junto al río Deva. Desfiladero que llega a La Hermida, población que le da nombre, para después de impresionantes farallones, ganar la fértil llanura de Lebeña. Es una sierpe de 22 kilómetros que parece interminable, pero que gustaría que nunca acabase. Lebeña es el primer pueblo de los numerosos que forman Liébana. Lebeña guarda un tesoro del arte mozárabe, la iglesia de Santa María de Lebeña, que data del año 925. Durante este periodo ha estado custodiada por un olivo y un tejo, mítico árbol de los antíguos cántabros. Este milenario tejo se tronchó el pasado 20 de marzo de 2007 azotado por un temporal. La pequeña iglesia de Santa María en Lebeña, declarada Bien de Interés Cultural, constituye uno de los más bellos testimonios prerrománicos de Cantabria, e indudablemente el mejor conservado y más sobresaliente de estilo mozárabe.
Tradicionalmente se ha atribuido su fundación a Don Alfonso y a su esposa Doña Justa, condes de Liébana, en el año 925. Aunque las primeras noticias de la iglesia de Santa María tienen escaso rigor histórico, debe recordarse la fábula que nos relata sus orígenes.